¿Dónde están las conversaciones que teníamos hasta altas horas de la madrugada? ¿Dónde quedo la ilusión de contarnos nuestros días? Dime, ¿dónde? Los mensajes al móvil, las perdidas... ¿Dónde quedaron los momentos en los que me decías cosas bonitas y yo me sonrojaba? Y las horas que pasábamos fantaseando con Roma? Y tus planes de organizar cosas románticas por que sabías la ilusión que me hacen esas cosas?
Te diré donde quedaron, quedaron en el camino que hay entre tu casa y la mía, justo en la mitad de camino... ahí se reunieron a hablar todas las preguntas y pensaron que mejor sería quedarse en la distancia, en ese espacio invisible que hay entre mi casa y la tuya, justo en la mitad. Por eso nuestras conversaciones ahora terminan pronto, ya no son lo que eran, ya no hay ilusión ni deseo. No se atreven a dar el paso que hay, no se atreven a tomar la dirección exacta, por miedo? no, por miedo no, por falta de voluntad o por insuficiencia de pasión.
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