martes, 31 de enero de 2012

Si mañana nunca llega.

Hace unos años, Benjamin Franklin compartió con el mundo el secreto de su éxito: nunca dejes para mañana, dijo, lo que puedas hacer hoy. Este es el hombre que descubrió la electricidad, deberíamos hacerle más caso. No sé porque dejamos las cosas para más tarde, pero si tuviera que adivinarlo, diría que tiene mucho que ver con el miedo, miedo al fracaso, miedo al dolor, miedo al rechazo, muchas veces el miedo es solo a tomar una decisión, porque ¿Y si te equivocas? ¿Y si cometes un error que no puedes deshacer? El pájaro madrugador es el que coge la lombriz. Aquel que duda está perdido no podemos pretender que nadie nos avisó, todos hemos oído los proverbios, hemos oído a los filósofos, a nuestros abuelos avisándonos del tiempo perdido, hemos oído a los malditos poetas obligándonos a vivir el momento... pero, en ocasiones, tenemos que verlo por nuestra cuenta, tenemos que cometer nuestros propios errores, tenemos que aprender nuestras propias lecciones. Tenemos que deslizar nuestra posibilidad de hoy bajo la alfombra de mañana hasta que ya no podamos más, hasta que, finalmente entendamos, por nosotros mismos, lo que quería decir Benjamin Franklin, ese saber es mejor que cualquier imaginar, ese despertar es mejor que el dormir...y eso, aunque sea tu mayor error, lo peor que has podido hacer, es muchísimo mejor que no intentarlo nunca.

domingo, 29 de enero de 2012

El miedo es como la familia, que todo el mundo tiene una, pero aunque se parezcan, lo miedos son tan diferentes y tan personales, como pueden serlo todas las familias del mundo. Hay miedos tan simples como desnudarse ante un extraño, miedos con los que uno aprende a ir conviviendo. Hay miedos hechos de inseguridades, miedo a quedarnos atrás, miedo a no ser lo que soñamos, a no dar la talla. Miedo a que nadie entienda lo que queremos ser. Hay miedos que nos va dejando la conciencia, el miedo a ser culpables de lo que les pase a los demás, y también el miedo a lo que no queremos sentir, a lo que no queremos mirar, a lo desconocido. Como el miedo a la muerte, a que alguien a quien queremos desaparezca. Y hoy he escuchado a un señor en la tele, un señor encantador, que decía que la felicidad es la ausencia de un miedo. Y entonces me he dado cuenta de que últimamente, yo ya no tengo miedo. Librarse del miedo es como quitarse la ropa delante de alguien, a veces cuesta, pero cuando empiezas lo único que tienes que hacer es seguir, sin dudar, y de repente te das cuenta de que el miedo ya no te pertenece, ha desaparecido, como esa ropa que un día dejas de usar.

viernes, 27 de enero de 2012

Encerrada en esta habitación el techo no me cubre de la tormenta. De poco sirve mirar hacia atrás sin el sentido de lo insignificante. Solo el tiempo te mueve al andar, siempre huyendo a ninguna parte, no hay camino, no hay ganas de hablar, ni fuerzas para decir que no.


jueves, 26 de enero de 2012

Me tiene fascinada mi pequeña saltamontes, la quiero, me quiere. Ayer por la noche pensé en todo el amor que me esta dando, todo el cariño, la compañía... y con tan solo cuatro meses ya tiene mi vida para ella, porque ya es de la familia. 















miércoles, 25 de enero de 2012

LOS AGUJEROS DETRÁS DE LA PUERTA

Había una vez un joven que tenía muy mal carácter y se la pasaba siempre bravo. Un día, su padre le regaló una bolsa de clavos y le dijo que, cada vez que perdiera la paciencia, clavara uno de ellos detrás de la puerta.
El primer día, el muchacho clavó 37 clavos y un número parecido los días siguientes. Poco a poco, a medida que pasaban las semanas, el joven fue aprendiendo a controlar su carácer, pues se convenció que era más fácil dominar su mal genio que seguir clavando clavos detrás de la puerta.
Llegó por fin el día en que no se puso bravo ni una sola vez con lo que ese día no tuvo que clavar ningún clavo detrás de la puerta. Cuando se lo contó feliz a su padre, este le sugirió que, en adelante, cada día que lograra controlarse por completo, arrancara uno de los clavos que había colocado en los días anteriores detrás de la puerta.
Fueron pasando los días y el joven pudo finalmente anunciarle a su padre que ya no quedaban clavos por retirar de la puerta.
Su padre lo tomó de la mano, lo llevó hasta la puerta y le dijo:
-Te has esforzado muy duro, hijo mío, por controlar tu carácter. Te felicito. Pero mira todos esos huecos en la puerta. Ya nunca más será la misma. Cada vez que pierdes la paciencia y tratas a alguien con enojo, dejas cicatrices en su alma, exactamente como las que ves en la puerta. Es verdad que puedes ofender a alguien y luego retirar lo dicho y hasta pedirle disculpas, pero la cicatriz queda en EL ALMA.
Y me consumo en mi soledad incomprendida con fatiga de pensar que nada va a cambiar.

martes, 24 de enero de 2012

Hay un camino que atraviesa la vida y, aunque no, no lo contamos, a veces en los sueños somos capaces de vislumbrarlo. Más allá de ese camino vemos extrañas imágenes, fragmentos, retazos... como visiones de otra vida que podríamos llevar en otro sitio.